Los proyectos para la generación de energía eléctrica no, son justificados en los argumentos para el desarrollo. Sin embargo, la pregunta central es precisamente qué se entiende por desarrollo y beneficio para quién.
El “desarrollo” que se propone no es el mismo desarrollo que piden los pueblos indígenas, campesinos ni siquiera urbanos. Los campesinos no quieren rentar su tierra, ni ponerlo como mercancillas sus tierras, sino la quieren cultivarla y darle vida. Es por ello que las empresas se han aliado con el gobierno, con un pretexto de garantizar la inversión privada.
Las premisas del desarrollo que promueven actualmente los gobiernos incluyen que el desarrollo es igual a la inversión privada sin la cual éste es imposible. Que la inversión extranjera se traduce matemáticamente en mayores empleos, mejores precios de los productos y servicios y por tanto mejores condiciones de vida. Se argumenta de igual modo que los subsidios gubernamentales sólo traen atraso y obstaculizan el comercio justo y equitativo. Por otro lado se defiende la tesis de que los índices macroeconómicos del desarrollo se observan en el aumento de la inversión extranjera, del incremento porcentual de la economía y del incremento del PBI, lo que se reflejaría en mayores ingresos per cápita para la población. Todos estos argumentos son falsos.
La inversión extranjera se incrementó considerablemente a partir de la década de los 90’s debido a la amplitud que se ha hecho de este concepto. En ésta década el gobierno vendieron las empresas estatales. Las privatizaciones incluyeron transferencias, ventas, fusiones o desincorporaciones que registraron grandes movimientos de divisas pero que no necesariamente mayor generación de empleos. Más bien estos procesos han ido acompañados de despidos masivos de obreros y empleados. Las grandes corporaciones han adquirido incluso el derecho de los subsidios gubernamentales, y sus ganancias traducidas en el PBI no han significado la distribución de esa riqueza a la población sino una mayor concentración de ella.
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